Antonio Burgueño, el
ideólogo del plan que ha incendiado los hospitales, es un director general que
no se muerde la lengua
“Soy médico y defensor de la sanidad
pública”, empieza su intervención, micrófono en mano, un trabajador del
hospital del Henares (Coslada). “¿Por qué venden este hospital? ¿Qué le pasa?
¿No es rentable? La empresa privada que venga tendrá que ganar dinero. Quitará
personal, servicios, pruebas diagnósticas. Usted dice que se están haciendo
muchas cosas mal. Pues caray, vamos a corregirlo entre todos”. Aplausos. En el
salón de actos, frente a decenas de trabajadores cabreados, el director general
de Hospitales de Madrid, Antonio Burgueño Carbonell, aguanta el tipo. Han
hablado médicos, enfermeras... Burgueño, también médico, de 70 años, ha ido
respondiendo entre interrupciones y abucheos. A veces no contesta a las
preguntas. Otras no se le entiende. El auditorio arde. “El Henares no se
vende”, corean los asistentes, ya en pie. Burgueño empieza a caminar hacia la
puerta. Le siguen —“¡sanidad pública!”, “¡fuera, fuera!”— hasta el
aparcamiento. Se sube a un coche blanco de la Consejería de Sanidad y se va.
Conduce él.
Sucedió el 9 de noviembre. Unos días antes, el Gobierno regional había
anunciado junto con los Presupuestos de 2013 su plan de ahorro para la sanidad
madrileña: privatización de la gestión de seis hospitales inaugurados en 2008
(entre ellos, el Henares), externalización de la gestión de 27 centros de
salud, transformación de La Princesa en centro para mayores de 75 años y del
Carlos III en hospital de media y larga estancia... Ni un solo dato económico,
ni un estudio independiente que sustente el vuelco en el sistema sanitario
regional. La decisión estaba tomada sin consultarla con nadie: ni el Colegio de
Médicos, ni sociedades científicas, ni los gerentes de los hospitales
afectados. ¿De dónde salía tal revolución? Diversas fuentes apuntan a Burgueño
como ideólogo del plan.